EL LIBRO BLANCO DE LA PROFESIÓN DOCENTE

Siguiendo al Power Point del Tema 3, "Los libros blancos son unos documentos técnicos que publican los gobiernos en determinados casos para informar a los órganos legislativos o a la opinión pública con el objetivo de ayudar a los lectores a comprender un tema, resolver o afrontar un problema, o tomar una decisión. Por extensión, se utilizan también en el mundo profesional para ayudar a comprender un determinado ámbito o situación." Es decir, son libros sobre un tema escritos con rigor y propiedad por parte de profesionales para ayudar a resolver debates sobre ese tema. Aparte del Libro Blanco de la Profesión Docente, también hay otros muchos libros blancos como vimos en clase: el Libro Blanco de la Educación Ambiental, el Libro Blanco de la Atención a Personas en Situación de Dependencia, el Libro Blanco de la Psiquiatría del Niño y del Adolescente y el Libro Blanco de la Educación, elaborado por el ministro Villar Palasí (el impulsor de la LGE) en la década de los 70.

En 2015, el Ministerio de Educación (liderado por el recién nombrado nuevo ministro de Educación Íñigo Méndez de Vigo) le encargó al filósofo José Antonio Marina la redacción del "Libro Blanco de la Profesión Docente y su Entorno Escolar", tarea que llevó a cabo con la colaboración de Carmen Pellicer y de Jesús Manso. Tanto populares como socialistas coincidían en aplicar a la formación docente el modelo de los médicos en prácticas, los MIR: estudiarían cuatro años de grado, uno de máster y dos de prácticas (siete años en total). Además, se harían evaluaciones a los profesores para comprobar la calidad de su enseñanza con repercusiones en el sueldo para premiar la excelencia, porque "los profesores buenos no pueden cobrar lo mismo que los malos". 

En mi opinión, el profesorado no universitario saldría bien formado en principio con esta propuesta, pero más bien por tener más años de prácticas. Creo que tendrían más experiencia y estarían más motivados para sacarse luego las oposiciones. Además, ese tiempo de prácticas puede servirle a la gente que vea que ser profesor no es lo suyo para dejarlo, porque con las prácticas cortas que hay hoy en día no creo que sean conscientes de verdad de lo que significa ser profesor. Sin embargo, las propuestas de este Libro Blanco finalmente no salieron adelante, y me parece que fue así porque los cambios que propone son demasiado profundos e intervienen en demasiadas áreas distintas. Además, no creo que a los profesores les fuera a sentar bien tener que estudiar más ni que les dependa el sueldo de evaluaciones. 

Yo sí estoy de acuerdo en que el salario de los profesores debería depender de si hacen correctamente su trabajo, pero si, por ejemplo, se les sube el sueldo a todos (es una medida propuesta más de una vez) sin comprobar la calidad del docente no se está cambiando nada. Se les debería de hacer una especie de test o inspección a cada profesor regularmente y comprobar si hace bien su trabajo según distintos factores: el número de aprobados de sus cursos, su forma de dar las clases, las tareas y exámenes que pone, etc. Sé que hacer esto sería un poco complicado porque hay muchos docentes, pero no creo que subirles el sueldo a todos cambiara algo porque motivaría a algunos a ser mejores pero no a todos, porque si haciendo lo que llevan haciendo siempre les van a pagar más, ¿para qué cambiar? Yo esa propuesta sí la admito. 

De las 20 propuestas de este Libro Blanco, la que más me ha llamado la atención es la número siete, la referente a la formación del profesorado, porque dado el prestigio de la formación de los MIR y el buen funcionamiento de este sistema (en general) en la profesión médica me gustaría probar qué resultados daría aplicar este modelo a la profesión docente. Son profesiones distintas por lo cual no tiene por qué ser un éxito y además se deberían tener en cuenta las consecuencias a largo plazo, pero creo que podría probarse. Es cierto que mucha formación no garantiza que después sean buenos profesores, pero la formación nunca es mala y también tendrían más tiempo de prácticas, lo cual creo que les prepararía mejor para ser buenos docentes al poder experimentar distintas técnicas de enseñanza e ir comprobando poco a poco cuál les parece mejor. 

A mi modo de ver, a lo que debería darse más importancia a la hora de seleccionar al profesorado es a la vocación. Sé que lo que voy a decir suena muy idílico, pero creo que solo puede ser buen profesor de verdad quién quiere serlo y tiene vocación y motivación. Parece que estoy rechazando a aquellos que en principio no tenían vocación y luego con trabajo y tiempo al final la han encontrado, pero es que tengo la sensación de que demasiada gente se mete a profesor porque es un puesto en el que se vive muy bien: buen sueldo, buen horario, etc. Creo que sobran profesores porque muchos de ellos no son profesores de verdad, se limitan a soltar monólogos en clase y ya está. Por eso tendría en cuenta la vocación. Sé que es un poco difícil medir la vocación, pero creo que a lo mejor los psicólogos podrían determinarlo con algún test, o quizás se podría ver haciendo pruebas piloto con alumnos. 





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